sábado, 15 de marzo de 2008

La choza de Côte-des-Neiges

Nuestra primera residencia, por suerte temporal. Pas de hogar. El apartamento estaba bien, pas les voisins.
Vecinos increíbles. El pakistaní loco que nunca cumplió su promesa de cantarnos un sábado. El gordo hijo de puta fumador del piso de arriba, sus niños tiembla techos y sus duchas de los domingos, creadoras de charcos en nuestro baño. El pasmado, adormilado en el pestilente patio.
El portero encantador, cumplió su promesa de traernos a la policía.
Las continuas alarmas de incendio.
Las llamadas del gobierno de Canadá llamando preguntando por el hermano de la arrendadora del piso, fallecido hace un año.

No sé, creo que he olvidado demasiado rápido esta etapa tan entretenida.

El balcón.


Sitta duerme donde quiere.

Pelando patatas y viendo la F1.

De la habana ha venido un barco cargado de.........

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